(Foto/lagacetadepuertoprincipe)
La muerte del disidente cubano Orlando Zapata Tamayo, tras 86 días en huelga de hambre en una cárcel cubana, llama la atención y desconcierta a todas las personas que estamos a favor de que se respeten los derechos humanos y de que no se prive de la libertad a quiénes tienen ideas políticas distintas a la de su gobierno, como ocurre en Cuba, donde se estima que hay más de doscientos presos de conciencia.
Todos/as podemos luchar para que esta situación cambie, pero sobre todo la Comunidad Internacional, que tienen la oportunidad ante esta muerte de no sólo pedir sino exigir al régimen castrista que deje ya de atropellar a inocentes, que se permita la libertad de expresión y que se respeten los derechos humanos de todos los cubanos y cubanas.
Cómo puede permitir un gobierno que una persona muera en huelga de hambre por pedir que se cumplan sus derechos. Eso deja mucho qué pensar y es necesario que todos los gobiernos influyentes, auspicien un diálogo y aúnen esfuerzos para que se acabe con la dictadura en Cuba y para que suelten a los presos políticos, que cargan con la única culpa de no estar de acuerdo con la forma de gobernar e ideas políticas de los Castros.
Desde Crónicas de una Inmigrante defendemos los derechos humanos de estas personas y nos identificamos completamente con el dolor que hoy sufren los familiares y la madre de Orlando Zapata Tamayo, quien espera que la muerte de su hijo no sea olvidada y que al ser entrevistada por la BBC Mundo dijo: “murió Orlando Zapata Tamayo en Cuba, un luchador pacífico de los derechos humanos que nunca claudicó hasta sus último momento. Murió de frente, no murió de rodillas.
Que poca vergüenza tiene el gobierno cubano que no ha permitido ni siquiera después de muerto, que este preso de conciencia descanse en paz y sea enterrado con los honores que se puedan hacer en su memoria, al prohibir que cientos de personas participen en su entierro, al militarizar la zona donde ha sido velado su cuerpo y al retener en sus viviendas a un gran número de personas, que pretendían darle el último adiós a este luchador de los derechos humanos.
Zapata Tamayo nació el 15 de mayo de 1967, en Santiago de Cuba; de profesión albañil y plomero, perteneció al Movimiento Alternativa Republicana.
Este hombre formaba parte del grupo de los 75 disidentes que fueron condenados en el 2003 con penas de hasta 28 años de cárcel. En el caso de Orlando Zapata Tamayo la pena aumentó hasta unos 36, por no obedecer, por desacato y hacer protestas a favor de los derechos humanos.
¡¡¡Que liberen a los presos de conciencia, no más muertes ni apresamientos a inocentes en Cuba!!!
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